Las redes de calor y frío alcanzan las 240 instalaciones en España

La biomasa, a través de las redes de calor y frío alimentadas con este combustible renovable, se ha instalado en muchas viviendas y comunidades de vecinos, que disfrutan de un suministro de energía limpio y seguro para cubrir sus necesidades de calefacción y agua calientes sanitaria.

Así quedó reflejado en la jornada técnica organizada el mes pasado mes de junio por la Cámara de Comercio Alemana para España (AHK) en la sede del PRAE (Centro de Recursos Ambientes) de Valladolid. La cita, que reunió a más de un centenar de profesionales de toda España, constató el interés del sector en la expansión de las redes de frío y calor alimentadas con biomas y demostró la amplia variedad de equipos, servicios y tecnologías que ofrecen las empresas alemanas en este campo. El evento contó con la participación del Ministerio Alemán de Economía y Energía (BMWi), que detalló el buen momento que vive el desarrollo de redes de calor y frío en el país, así como con la participación de las asociaciones sectoriales españolas Avebiom (Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa) y Adhac (Asociación de Empresas de Redes de Calor y Frío).

España: crecimiento sostenido y gran potencial de futuro
Según datos de Adhac, a 23 de septiembre de 2014 el número total de redes en España era de 240, con 202 de ellas censadas. De estas últimas, 175 (el 86%) eran redes de calor, 9 (el 4 %) eran de frío y 18 (el 10 %) eran redes de calor y frío. Estas redes prestaban servicio a unas 87.000 viviendas, mientras que los kilómetros cubiertos por los tubos que las componen superaban los 300. En total, estos sistemas de climatización colectiva generan un ahorro 150.000 Ton CO2 al año.

La potencia total instalada de las redes registradas por Adhac asciende a 1.109 MW, de ellos, 792 (el 71%) corresponden a instalaciones de calor, mientras que 317,4 (29 %) son de frío. En cuanto al combustible utilizado, el 29,68% utiliza combustible de origen renovable –biomasa principalmente– mientras que el gas natural sigue siendo todavía el combustible preferido para estas redes con un porcentaje 48,71%. En cuanto al perfil de clientes que utilizan redes de calor y frío en términos de potencia, el 46,88% corresponde al sector terciario, el 33,08% a viviendas y el 20,04% restante al sector industrial.

Tal y como subrayó en la jornada de Valladolid Juan Jesús Ramós, responsable del ONCB, los beneficios de las instalaciones que utilizan biomasa son evidentes, ya que proporcionan un importante ahorro en factura energética gracias a menores costes fijos y variables de explotación; mejor calificación energética (alta eficiencia) y mejor valorización del inmueble; mayor disponibilidad de espacio útil valorizable gracias a la ausencia de equipos propios de producción y chimeneas; flexibilidad y adaptabilidad para disponer de mayor potencia;  permanente actualización tecnológica; mayor garantía y seguridad en el suministro energético; y proyección de la imagen corporativa, generando un sentimiento común de responsabilidad compartida.

La calefacción colectiva o centralizada se localiza, como es lógico, en poblaciones grandes, pudiendo llegar a porcentajes cercanos al 17% en las más populosas. Este sistema, a todas luces más eficiente y económico, lo encontramos en muchas edificaciones de las décadas 70 y 80 del siglo pasado donde, el carbón primero y el gasoil después, fueron los principales combustibles. Estos equipos se quedan ahora obsoletos y, en los últimos años, están siendo sustituidos por otros, que funcionan con gas y biomasa.


16 años desde la primera red de calor en España
Desde que tenemos constancia de la primera red de calor, en el año 1999, en Cuéllar (Segovia), con 278 viviendas, hasta una de las últimas y más interesantes en la Urbanización Torrelago en Laguna de Duero (Valladolid), con 1.488 viviendas, el camino no está siendo fácil. En los comienzos hubo que salvar algún problema de logística en el suministro del biocombustible o algún atranque en el sinfín del sistema de alimentación de la astilla y, lo más difícil, combatir las suspicacias de algunos. Afortunadamente los problemas se han ido solucionando, generando cada vez mayor confianza de la sociedad en la bioenergía, una energía renovable, sostenible, eficiente, barata y neutra en emisiones de CO2.

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